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Marina Escobar Fierro

LA RANA Y EL ESCORPION



Todavía recuerdo como quedé impresionada, después de escuchar en la escuela una de estas narraciones brevísimas sobre animales humanizados; pero más me sorprende que ahora como adulto regresé a mi mente, para explicar una de las dificultades que con frecuencia aquejan a las compañías.


La fábula cuenta que: El escorpión pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río, la rana le dijo —¿cómo se que no me picarás?


Él respondió: —porque haría que ambos nos ahogáramos.


La rana aceptó; pero a mitad del río sintió la picadura.


Cuando la rana preguntó ¿por qué?, si los dos vamos a morir; el escorpión respondió: —es mi naturaleza.


Aplicando la enseñanza de estos animales parlantes, tenemos que, por una parte, los propietarios o directivos de una empresa, esperan que ésta se mantenga y prospere, navegando en el río de los negocios; y por otra los empleados requieren de la compañía, como un medio que les permita arribar exitosamente al cumplimiento de sus sueños.


Una de las prácticas dañinas para la empresa es la falta de compromiso de sus colaboradores; que resulta en aguijonazos que van debilitando la potencia de avance para alcanzar los objetivos.


Dentro de la naturaleza humana existe la ley del menor esfuerzo y también el hecho de que, si nadie marca las directrices y las responsabilidades de lo que cada uno tiene que hacer, los recursos humanos hacen lo que ellos piensan que es mejor, o simplemente cumplen con lo mínimo indispensable; pero todo ello sin algún impulso motivante, que los haga sentir satisfechos de formar parte de un equipo triunfador, en el que todos salen ganando.


Es así que los directivos tienen que ejercer un liderazgo decisivo; con toda claridad de propósitos, y de acuerdo con los valores culturales de la empresa.


La ranita tiene que sacar el altavoz, marcar el rumbo y enaltecer en todo momento, la forma de cómo ha de cruzarse el rio (a veces turbulento) de los negocios.


Las gerencias intermedias serán las encargadas de exponer y hacer eco de las políticas culturales; y de revisar las medidas de su avance.


Por último y como moraleja que acompaña el final de toda fábula; habrá que cuidar la contratación del personal adecuado para cada puesto, para que sea acordes a valores de la empresa.


La clave de una vida poderosa, es aceptar desafíos, desarrollando planes eficaces para alcanzar la meta y salir fortalecido de las adversidades.


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