Si estás manejando niveles más altos de estrés en estos días, existe una herramienta a la que todos tenemos acceso inmediato: la respiración.
Puede parecer simple, pero cuando se hace correctamente, la respiración puede marcar una gran diferencia entre el estado de serenidad y el de angustia.
La investigación muestra que las emociones están asociadas con diferentes formas de respiración. Por ejemplo, al sentirse ansioso o enojado, tu respiración se vuelve irregular, corta y rápida; en cambio cuando podemos controlarla, se trasforma en un camino hacia la relajación, el bienestar y desde luego a la salud física y mental.
Realmente no se necesita mucho; sólo hacerse consiente de que se está iniciando un estado estresante, y de que necesitas cambiar la proporción de tu inhalación y exhalación.
Intenta tómarte unos minutos y respira contando hasta cuatro, para luego exhalar contando hasta ocho; esto calmará tu sistema nervioso y mantendrá a raya el estrés. Al ajustar tu respiración, comenzarás a sentirse un poco mejor.
Si deseas lograr un sueño tranquilo, es muy recomendable hacer esta práctica antes de ir a la cama, o ya estando recostado en ella. Cierra los ojos, ponte muy cómodo e inicia la respiración de cuatro por ocho. Centra tu atención solamente en la respiración, te hará quedarte dormido, sin darte cuenta.
Con ello, el sistema nervioso parasimpático puede iniciar el trabajo de reparación corporal; y la glándula pineal segregará la afamada melatonina. Esta hormona que brinda grandes beneficios para el control de los ciclos del sueño; es un reforzador del sistema inmunológico; y un poderoso antioxidante.
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